lunes, 31 de diciembre de 2012

Cada año trae diferentes etapas, sueños, metas, expectativas, preguntas, esperanzas.

Este año no fue como los demás.  La mecánica no fue la misma.  La rutina se rompió.  

El comienzo de una nueva etapa trae consigo todo y más de lo que arriba describí, pero también trae el romper con muchas cosas y dejarlas atrás.  

Tal vez recordarlas, pero no regresar a ellas.  Aunque quieras no puedes, muchas veces estás tan lejos que no puedes regresar.  

Nuevos retos y sueños que los vas palpando poco a poco con las manos y sientes que estas cerca, pero que todavía falta mucho por llegar. 

Expectativas que se hacen realidad y otras que quedan en el aire sin que nada se le parezca.  

Preguntas que traen respuestas, y otras que traen más preguntas y preguntas más complicadas, pero te hacen pensar a profundidad y no se quedan en lo superficial. 

Esperanzas nuevas y esperanzas que traes, que nunca dejarán de existir y que nunca se irán, porque una esperanza trae otra más grande.

Este es otro año que traerá mucho de esto y otras cosas más.  


jueves, 20 de diciembre de 2012

un pequeño cambio

así quedó delineado mi ojo o bueno la ventana de mi ojo.

es solo un pequeño cambio, pero que me hace sentir que mi cara está desnuda, jejejeje.

pequeños cambios que puede que te cambien la rutina diaria.

lunes, 30 de abril de 2012


Ayer estaba en una conversación que me hizo expresar algunas de las frases de Saramago en este poema. Jajajajaajajaja. lo siento por la que captó mi respuesta, pero como bien lo dije, por el mismo camino pasamos todos y hacia estos años vamos.



Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo...
¡Qué importa éso!
Tengo la edad que quiero y siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.

Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo! No quiero pensar en ello.

Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo.

Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.

Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.

Ahora no tienen porqué decir: Eres muy joven... no lo lograrás.

Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.

Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.

Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.

¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas...

Valen mucho más que eso.

¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!

Lo que importa es la edad que siento.

Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.

Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!

Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.

domingo, 12 de febrero de 2012

Luis Florencio Méndez González (Tio Lencho)

Tio Lencho o Luis como lo conocían era un personaje extraordinario. Desde su forma de caminar, lucir su acostumbrado sombrero, la actitud con la que se relacionaba con las personas, las palabras que salían de su boca, lo hacía una ¡persona extraordinaria!

Toda la familia tiene alguna anécdota que contar de él, algún encuentro con él o palabras que cruzaron con el; que conociéndolo ese cruce de palabras tuvieron que haberse convertido en pláticas prolongadas, jejejeje.

Siempre fue el Tio Lencho, el que llegaba a ponerle ambiente a la fiesta, el que he hacía reír y te incluía en el grupo. El representaba a la familia, era el último de los Méndez González. Con el podías aprender mucho sobre la familia que ya no estaba y sobre nuestros propios padres y sus aventuras con ellos.

Ah Tio Lencho, siempre estaba ahí para escucharte, aconsejarte, invitarte a algo o simplemente acompañarte con una plática placentera.

Hay muchas cosas que contar, muchas aventuras que quedaron en el pasado, pero al oír a sus sobrinos contarlas, la imaginación corre rápidamente y nos llevan a ese tiempo a revivirlas con ellos y emocionarnos con solo oír sus palabras.
Tal vez fui una de los sobrinos que menos lo conoció, pero lo que recuerdo de él, lo tengo guardado muy bien en el corazón y en la mente.

Tio Lencho, un personaje admirado en Santiago Atitlán; su Santiago Atitlán, donde dejó su vida, su servicio, sus amigos, su familia.


Santiago Atitlán lo despidió en sus calles, con sus lágrimas, con su gente. Siempre era interesante oír de su trabajo en Santiago, cómo ayudaba a la gente, cómo los acompañaba, en qué trabajaba, pero ver a esa gente afuera de sus casa despidiendo al tio, fue llegar a comprender sus palabras y la emoción que reflejaban sus palabras.
Tio Lencho, un personaje que merece nuestra admiración. Un ejemplo de servicio a Dios y a su comunidad. Un ejemplo de amor y entrega, un ejemplo de fe y constancia, un buen ejemplo de que Dios puede cambiar la vida del hombre con su Palabra.

Te extrañaremos Tio Lencho, pero sabemos que te veremos en el futuro y estamos seguros que sigues platicando en el cielo y compartiendo tu buen humor.

(fotografías de: Hogla Cabrera e Isaías Elias Morales)







domingo, 29 de enero de 2012

que difícil despedirme de vos, después de 28 años viviendo juntos.

Que difícil pensar que ya no nos veremos a diario, de que no vamos a tener nuestras pláticas en el carro, en tu cuarto o en el mio, en la sala o en cualquier otro lugar.

Qué difícil desprenderme de vos.

aunque solo fuera compañía me harás falta.

Qué difícil depedirme de vos.

Te amo con todo mi corazón y quiero lo mejor para vos. Esta separación nos ayudará a crecer en todo sentido y saber cuanto amor nos tenemos.

Yo se que Dios nos sostendrá y nos animará en todo momento.

Es difícil, pero no devastador.

Hoy no es como ayer

Mi vida se divide de 7 o 14 años. Cada 7 años o 14, siempre cambiaba mi vida. En estos fragmentos de tiempo tengo que decir adiós a gente que amo, lugares que me gustan, y desacomodarme de nuevo.

Años pasados siempre lloraba desconsolada y con mucha tristeza.

Cada vez que pasaban estos días siempre peleaba con Dios, con mis papás, con la gente que tenía alrededor, porque no era justo que yo tuviera que despedirme de todo y comenzar de nuevo.

Hoy 29 de enero del 2012 es uno de esos días.

Hoy no peleo ni con Dios, ni con mis papás, ni con mi entorno.

Hoy es un cambio que elegí yo. Un cambio que me desacomoda otra vez, pero que lo tomo de forma diferente.

Hoy lloro de tristeza, de alegría, de emoción, de incertidumbre. Hoy se que la vida va a cambiar. En cierta forma se para donde se dirige, pero en otra forma no se que rumbo tomará más allá.

Hoy se que Dios me fortalecerá y estará conmigo donde quiera que esté.

Hoy le digo adiós a personas que formaron mi vida en estos 14 años en Guate; hoy le digo adiós a la casa que me encanta; hoy le digo adiós a mi rutina por 3 años; hoy le digo adiós a guate que me enseñó a defenderme en las calles; hoy le digo adiós a gente que amo y que siempre serán personas importantes en mi vida; hoy le digo adiós a mi familia, que en otros años siempre venían conmigo, ahora ya no; hoy le digo adiós a tantos recuerdos que tengo con mucho cariño y otros que tal vez desee olvidar.

Hoy mi vida cambia y estoy deseosa de saber lo que Dios quiere de mi y hacia donde me dirigirá.

Termino con este pasaje que amigos queridos me compartieron en estas últimas semanas:

Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jesús nuestro Señor, pues me consideró digno de confianza al ponerme a su servicio. Anteriormente, yo era un *blasfemo, un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí porque yo era un incrédulo y actuaba con ignorancia. Pero la gracia de nuestro Señor se derramó sobre mí con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. 1a. Timoteo 1.12-14

El día que caí profundo

 Después de una ruptura todo puede pasar.  Desde que te valga madre y seguir la vida, tristear un poquito y ya, sentirte de lo peor y lo que...